Vitalidad

Rugbiers asesinos se han convertido en un flagelo en Argentina

En Villa Gesell, una patota de jugadores de rugby mataron a patadas a un joven a la salida de un local nocturno

Por: Maxi Salgado

Argentina está conmocionada, aunque esa palabra parece ser una constante en el país, con la situación que se vivió en los últimos días en Villa Gesell, en donde una patota de jugadores de rugby mataron a patadas a un joven a la salida de un local nocturno.

La verdad que uno entiende cuando los verdaderos amantes del deporte de la ovalada se enojan y despotrican cuando los medios ponen en los titulares de sus secciones policiales a los rugbiers que cometen algún delito, pero no lo hacen cuando los que delinquen son deportistas de otras disciplinas o tienen otra profesión.

El rugby o su entorno, porque ningún deporte es malo por si mismo, se han convertido en sinónimo de delincuencia en la Argentina, esto mientras hay otros que defienden de que el deporte de la ovalada es sinónimo de amistad, compañerismo y escuela de vida.

La lista es larga y ha trascendido las fronteras de Argentina. Aunque algunos protesten por una supuesta estigmatización, la asociación no es caprichosa; no suelen darse este tipo de noticias de agresiones asociadas a practicantes de otras disciplinas deportivas.

Hace menos de dos semanas, se volvió viral el video de un chico que le dio un golpe en la cara a traición a otro joven en una fiesta al aire libre en Punta del Este.

En agosto del año pasado, cinco rugbiers de un club de Rosario fueron condenados a pagar 10 mil dólares a tres jóvenes a los que golpearon en un boliche bailable dos años atrás. Además, tuvieron que acceder a dar clases de ese deporte en cárceles de Santa Fe durante dos años.

En octubre de ese mismo año las redes sociales también se convulsionaron con las imágenes de varios juveniles del San Isidro Club, que derribaban y maltrataban a un hombre mayor en estado de ebriedad y vulnerabilidad.

Pero además es muy común que los muchachos hagan fiestas en las que las drogas y el alcohol llevan a un descontrol el que termina con chicas abusadas sexualmente a las que se las graba y cuyos vídeos son viralizados.

Muchas veces, los muchachos son hijos del poder y eso les da, o ellos creen que les da, una impunidad que los hace actuar en consecuencia.
La propia Unión Argentina de Rugby quiso solidarizarse con la víctima pero habló nefastamente de muerte y no de asesinato. Es decir que el propio sistema termina «amparando» el accionar.

El reglamento del deporte que se jacta de ser duro con quiénes cometen actos de violencia dentro del campo de juego, no da ejemplos cuando las situaciones son fuera. El fútbol ya empezó a dar ejemplos en el país al respecto y suspende a los jugadores que son acusados de violencia de género hasta tanto la justicia se expida.

Llegó la hora de reveer los métodos de enseñanza, de transmisión de valores en una edad temprana.

La irresponsabilidad de los grandes, termina siendo un arma mortal para la sociedad, no hay otra explicación para que el modelo se replique.

Confundir equipo con manada, compañerismo con patoterismo son algunos de los errores que están a la luz. O cambiamos o cerramos el rugby.

En Argentina muere una mujer cada 28 horas en manos de un varón violento y un 98% de los casos de abuso sexual son perpetuados por hombres. La mayoría de los cuentos, películas, dibujos animados y consumos continúan dando mensajes sexistas y amalgamando con estos preconceptos al varón violento de mañana.

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