Vitalidad

Rectoras de universidades alzan la voz contra la violencia de género

A través de una carta firmada por rectoras de univeridades se hace un llamado a los 3 niveles de gobierno para combatir la violencia de género

Las que suscriben, Rectoras de Universidades privadas y públicas de la República Mexicana, manifestamos nuestra indignación y agravio por la violencia contra las mujeres que no cesa, sino que hoy aumenta.

Llamamos a los tres poderes y a los tres órdenes de gobierno, particularmente en los municipios y estados donde habiéndose declarado alerta de género hoy se reconoce un recrudecimiento de la violencia, a establecer políticas que reviertan estos índices.

Recientemente, el asesinato de la Lic. Guadalupe Martínez Aguilar, en su centro de trabajo, en una institución educativa en el municipio de Emiliano Zapata, Veracruz, visibilizó la vulnerabilidad de los espacios educativos.

¿Qué garantías tenemos las mujeres hoy en México, si no existe un lugar en el espacio cotidiano en donde estemos seguras? ¿Cómo podemos hablar de que “en México la familia es fraterna”, mientras sabemos que las niñas y las mujeres seguimos viviendo violencia al interior de nuestros hogares, atrapadas por el confinamiento y la cultura que naturaliza la violencia?

Es escalofriante constatar que vivimos en “tierra de nadie”: dejamos que las cosas crecieran desde la década de los noventa en Ciudad Juárez, asumiendo que estaba muy lejos y que eso solo les pasaba a “mujeres de estratos humildes”, en una lógica enferma, discriminatoria, racista y clasista que las consideró desde entonces “cuerpos prescindibles”.

Dejamos pasar la violencia, tanto la sociedad mexicana en su conjunto como los gobiernos municipales, estatales y Federal. Redactamos leyes, nos adherimos a Convenciones y Tratados Internacionales, pero no cambiamos las cosas. El país, como un gran vidrio se resquebrajó en su norte y a nadie se le ocurrió pensar que, como consecuencia del abandono de las mujeres asesinadas en el norte, el vidrio seguiría resquebrajándose hasta destruirse el territorio entero. Hoy pasa en todos los espacios, también en nuestras universidades y a mujeres de todas las clases, niveles, formaciones, extractos.

¡Detengamos la violencia! No queremos callarnos ni sumarnos al egoísmo ni a políticas públicas que se niegan a reconocer el aumento del gravísimo problema de la violencia de género y de su expresión más cruda reflejada en el número creciente de feminicidios.

Defendemos a nuestras alumnas, quienes ni en tiempos normales pueden salir de sus casas para ir a la universidad, tomar el transporte público, cruzar las calles, sin el miedo a que esto les pase a ellas; o, muy lamentablemente, vivir en el propio espacio universitario situaciones de acoso u hostigamiento. Pensamos en nuestras maestras, en nuestras compañeras de las áreas administrativas y de intendencia; pensamos en nosotras, en nuestras alumnas y en nuestras hijas. ¡Ninguna está libre de ser víctima de esta violencia!

Reconocemos que la violencia contra las mujeres no inició con este sexenio, pero lamentamos que ésta no sólo no ha parado, sino que el nuevo discurso continúa banalizando el problema, banalizando así nuestra existencia, nuestros derechos, nuestra identidad y todo lo logrado en décadas de lucha y trabajo feminista.

Como líderes de universidades asumimos que nuestra obligación ante las mujeres de México es la de repensar cómo se forjan voluntades reales para conseguir cambios reales. En nuestras manos está la educación de mujeres y varones que ya forjan el futuro.

Desde nuestra mirada universitaria lo primero es no quedarnos calladas; es señalar la inequidad; es sumarnos a la lucha de las mujeres y hombres que buscan a sus hijas y sus hijos desaparecidos; es fortalecer la lucha que antes del confinamiento crecía expresando a gritos en las calles o en el silencio de nuestra ausencia el derecho a la igualdad. Reiteramos nuestro llamado a fortalecer las instituciones que investigan la desaparición forzada y la violencia, así como aquellas que procuran justicia, y por supuesto también a las que promueven la educación y la convivencia desde la no discriminación.

Exigimos un verdadero Estado de Derecho que establezca mecanismos de defensa y apoyo de la sociedad civil y que propicie instituciones que impartan verdadera justicia.

Nos corresponde defender la vocación de la Universidad como espacio libre de violencia, el espacio de todas las preguntas, de todas las posturas, pero, sobre todo, de la defensa de la verdad, de la libertad, de los derechos humanos y de la igualdad.

Exigimos a las autoridades correspondientes que de una vez por todas cumplan su obligación de garantizar la seguridad, la igualdad y la paz que merecemos las mujeres mexicanas.

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