Prioritario para las Universidades adecuarse a los nuevos tiempos
Expertos reflexionan sobre el porvenir de las instituciones de educación superior
El papel estratégico de la investigación científica, la generación de conocimiento para crear soluciones y bienestar, así como la utilidad de las humanidades y de las ciencias sociales para comprender las crisis pandémicas, económicas, políticas y culturales, fueron parte de los debates que llevaron a cabo diversos especialistas en el “Coloquio La Universidad y su Futuro. Una mirada desde el 2020”.
En el encuentro convocado por la Secretaría General y el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), ambos de la UNAM, Guadalupe Valencia titular de la Coordinación de Humanidades, afirmó que esta casa de estudios se ha posicionado como indiscutible referente en docencia, investigación, generación de conocimiento y difusión de la cultura.
También de futuro y de esperanza para una sociedad agrietada, en crisis o rota en su tejido social. “Somos, como Universidad, una esperanza de conocimiento y quehacer desde y para la sociedad”.
Las disciplinas humanísticas y sociales, añadió, sirven para convertirlas en narrativas útiles, situarlas en el ambiente público y luchar por ellas.
Pueden hacer comprensivas las crisis sociales, económicas, políticas, culturales, civilizatorias, pandémicas o sanitarias; y ponen en duda, al desnaturalizarlos, los ordenamientos del mundo, para lograr desentrañar sus lógicas de funcionamiento, abundó en el evento virtual.
William Lee, coordinador de la Investigación Científica de la UNAM, manifestó que la generación de conocimiento básico es una fórmula probada para crear soluciones y bienestar. No obstante, uno de los problemas en México es que no se apuesta a ello de manera continua, suficiente, sostenida y sin cambios de rumbo. Esto requiere una consistencia de décadas.
Con gran esfuerzo se ha construido en nuestro país un sistema de investigación y desarrollo tecnológico, de bases sólidas, el cual se debe reforzar y mejorar, consideró el científico.
Al respecto, consideró necesario contar con un enfoque de evaluación y seguimiento que fomente más trabajo colectivo y multidisciplinario; así como darle mayor difusión a esa labor y sus beneficios.
De igual modo, integrar capacidades, de personal e infraestructura, para atender problemas que presentan riesgos enormes, como el cambio climático.
Humberto Muñoz, investigador emérito de la UNAM e integrante del Instituto de Investigaciones Sociales, recalcó que la pandemia afectó de muchas maneras a las instituciones de educación superior y a la función docente, además de abrir retos a la difusión.
En la investigación, la crisis sanitaria causó grandes movilizaciones, tanto en las ciencias como en las humanidades, pues están urgidas de encontrar respuestas que permitan a la sociedad salir de esta situación y prevenir nuevas epidemias.
Para las humanidades y las disciplinas sociales en particular, los retos son enormes porque la emergencia sanitaria vino acompañada por el recrudecimiento de problemas que se conocían, como desigualdad, inequidad, exclusión, violencia, rezago educativo, entre otros. Y la investigación en esas áreas tiene la responsabilidad de buscar respuestas “para que la barbarie no se instale entre nosotros”, acotó.
Una de las principales funciones y responsabilidades de la institución es mantener una presencia crítica ante la sociedad, para hacerla avanzar. El cultivo de las disciplinas humanísticas marca la diferencia entre la Universidad y otras instituciones educativas; con ellas, se aprende a reflexionar y se adquieren valores, como la paz, justica, tolerancia y libertad.
En su oportunidad, Adrián Acosta, de la Universidad de Guadalajara, afirmó: en la actualidad, el país cuenta con poco más de 361 mil estudiantes de especialidad, maestría y doctorado, en todas las áreas del conocimiento, en donde desarrollan proyectos, actividades de investigación e imparten clase cerca de 40 mil profesores de tiempo completo.
Llegar al posgrado no es fácil. Se estima que sólo 23 de cada 100 niños que iniciaron la primaria egresarán de alguna modalidad de educación superior en pregrado, y de ellos sólo una fracción elegirá estudiar un posgrado.
Además, sólo en algunas disciplinas e instituciones el posgrado se asocia a la realización de investigación.
Tenemos índices muy bajos de científicos o investigadores en relación con la población total; lo mismo ocurre con la atracción por la formación académica y científica de alto nivel entre los estudiantes que egresan de las licenciaturas.
A su vez, Susana Lizano Soberón, presidenta de la Academia Mexicana de Ciencias e investigadora del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica, mencionó que a través de diferentes plataformas digitales la interacción entre los investigadores es relativamente buena, pero requiere más trabajo.
Ante la imposibilidad de interaccionar presencialmente iniciaron los congresos virtuales; esta modalidad permite la participación de investigadores de todo el mundo que no pueden viajar, lo cual, sin duda, es muy positivo. Pero “se pierde la interacción presencial que, a mi manera de ver, no puede sustituirse completamente”.
La situación de aislamiento también tiene efectos negativos; eso es muy claro en el caso de las investigaciones que se realizan en laboratorios, o que requieren trabajo de campo, las cuales se detuvieron o se realizan bajo restricciones, concluyó.
Conexión a internet, el reto
En la mesa “Continuidad pedagógica universitaria y tecnologías”, Frida Díaz Barriga Arceo, profesora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, destacó que, de acuerdo con una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 43 por ciento de los hogares en México carece de algún tipo de conexión a internet.
La también coordinadora del Grupo de Investigación, Docencia, Diseño Educativo y TIC de la Universidad Nacional, agregó que se encuentran en especial desventaja las áreas rurales y el estrato social más bajo.
A su vez, Melchor Sánchez Mendiola, titular de la Coordinación de Universidad Abierta, Innovación Educativa y Educación a Distancia (CUAIEED), señaló que internet, redes sociales y la nube deben ser parte de la vida cotidiana.
Refirió que el aprendizaje activo es mejor que el pasivo, y que se deben utilizar en la educación en línea los buenos principios pedagógicos, identificar la huella digital de los estudiantes en el proceso para aportar al conocimiento educativo y educar vía remota de la mejor manera.
Para Ángel Díaz Barriga, profesor emérito del IISUE, la didáctica es un tema descalificado al que no se le da importancia cuando se acerca a los problemas de pedagogía y de enseñanza.
“Por mucho tiempo hemos mantenido un trabajo pedagógico centrado en la exposición del tema por parte del docente, en el cumplimiento de planes de estudio recargados de contenidos”.
El gran desperdicio que se ha dado en esta oportunidad que ofreció la pandemia con la suspensión de actividades presenciales a partir de marzo, consideró, es preguntarse qué se quiere con la universidad, con la docencia y con la formación de profesionales.
Criticó la permanencia del modelo de aula concentrado en el docente, el cual se replica en las aulas virtuales, y señaló que a pesar de la experiencia de varias décadas en la enseñanza a distancia hemos sido incapaces de tener una plataforma propia, lo que plantea también un rezago tecnológico.
En su oportunidad, Alicia de Alba, también investigadora del IISUE, expuso que la crisis cotidiana se ha incrementado con la pandemia, pues aumentan los problemas para los más pobres, persiste la violencia de género, porque resurge el clasismo y el racismo, y los países muestran más desigualdades ya que “estamos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco”. Consideró, además, la necesidad de abrir el currículum universitario en su estructura misma.
Invitado para compartir su experiencia en España, Josep Planell, rector de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC por sus siglas en catalán), señaló que esa institución nació en 1994 totalmente en línea, y aunque la tecnología es muy importante, lo central es la educación y las prácticas pedagógicas.
“La tecnología ha permitido implementar un modelo donde la actividad del estudiante está en el centro, y éste aprende haciendo mediante recursos de aprendizaje (libros, PDF, textos, videos, audios) que le son proporcionados cuando empieza el curso”, concluyó.