Este tema es mucho más complejo de lo que podemos imaginar por que influye de manera profunda en nuestra forma de ser de adultos, muchas de las heridas que tuvimos de niños se quedan ahí a niveles profundos, pero generan mucho dolor , tristeza, miedo y un sin fin de emociones que se encuentran a flor de piel, y es por eso que cuando algún evento pasa nos duele tanto o de pronto nos sobrepasa y no sabemos qué hacer, no sabemos cómo resolverlo, no sabemos cómo solucionarlo y terminamos perdidos en ese dolor.
Aquí algunas preguntas que te pueden ayudar percibir como te encuentras en ese aspecto:
¿Cómo fue tu niñez, tienes gratos recuerdos?
¿Te sentías sol@ de chico o la mayor parte del tiempo estaba ahí alguien para contenerte y acompañarte?
¿Hay algún evento muy fuerte que no te gusta recordar y que prefieres evitar?
¿Tu papá o tu mamá te decían que eras importante para ellos?
¿A tu familia, le gustaba celebrar tus logros o éxitos?
¿Te sentiste suficientemente abrazado y querido?
Todos tenemos heridas de infancia, algunas más profundas y significativas que otras, el punto es que muchas veces da miedo ir allá y sobretodo sentir como fue en ese momento. Lo que si te puedo decir es que cuando logras conectar con ellas, sentirlas, vivirlas y sobretodo resignificarlas, tu vida de adulto cambia de sobremanera, se aligera tu caminar y sobretodo el dolor que conllevan las relaciones personales.
Trabajar con temas de infancia no es de un día, pero tampoco es tan difícil como parece y a cambio podrías encontrarte con muchas sorpresas, satisfacciones y sobretodo sanación. ¡Dedícate un poco de tiempo a ir allá y verás que puede ser un viaje muy prometedor!
Karla Sahagún
Psicoterapeuta
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